Desahogo/Desencuentros
Dos encuentros,
expresados de diversas maneras… dándoles diferentes enfoques, recordádolos continuamente, expresándolos una
y otra vez porque simplemente no puedes dejar de pensar en ese encuentro, esos encuentros… esos desencuentros.
Uno A.
El otro día nos
cruzamos en la calle por pura casualidad, y te puedo asegurar que fue
casualidad, no es que nunca antes haya intentado encontrarte como por
casualidad por las calles de la ciudad, pero en esta ocasión te aseguro que fue
casualidad. Nos cruzamos, me miraste y no me saludaste, mientras yo trataba de
hablar por el celular te vi, y ya no pude decir palabra, quería decir “hola”, y
“¿cómo estás?” y “hola”, y todo al mismo tiempo, pero no me diste tiempo, solo
me miraste con cara de extrañeza, una cara que decía: “¿Y tú qué haces aquí?”
mientras yo trataba de articular palabra. Solo miraste y continuaste caminando.
Alguien me dijo, “no lo hizo por ti, lo hizo por él mismo; no es personal.” y
yo entiendo, o trato de hacerlo, pero y ¿qué si no lo hizo por mí? ¡Y qué si no
es personal! Eso no me hace sentir mejor, eso de hecho, me hace sentir peor. Si
no es personal es porque no le importo y si no le importo es…
Uno B.
El otro día nos
encontramos en la calle y tú me viste, y nos miramos y ni siquiera dijiste
hola, solo cruzaste de largo como si fuera invisible, pero antes te quedaste
mirándome sorprendido. Finalmente solo
te fuiste sin mirar atrás.
Atrás, eso es lo
que soy en tu vida algo que dejaste atrás sin miramientos, sin entender la
cantidad de energía que yo había puesto en esto que ni siquiera podemos llamar
relación, porque ni eso llego a ser, esto que para ti solo fue un desahogo y
que para mí fue un suspiro, no porque yo quisiera que fuera solo eso, sino
porque tu solo me permitiste eso. Lo que yo anhelaba era algo más que un
suspiro, yo quería respirarte y llenarme de ti, tú solo querías desahogarte y
vaciar la basura que tenías acumulada en algún lugar disponible, eso era yo.
Uno C.
Me viste y ni
volteaste, era como verte en cámara lenta caminando frente a mí y luego
alejándote lentamente. Por un momento tuve el impulso de salir corriendo detrás
de ti, reclamarte la descortesía, pero me di cuenta que este era el trato al
que habíamos llegado, que esta era la mejor manera de superarte, que si te
seguía y te hablaba probablemente tendría que volver al principio, a ese lugar
del que me costó tanto trabajo salir, porque olvidarte es una de las cosas más
complicadas que he tenido que hacer en los últimos 3 años.
Pero no te
importa, y está bien, quiero decir es la manera en que tiene que ser. Tú siendo
indiferente y yo superándolo poco a poco, solo por favor, no vuelvas.
Dos A.
En ese momento,
sentí que nos miramos una eternidad, por un momento pensé que me estabas
mirando como preguntándome, o preguntándote “¿habría funcionado?” pero solo fue
un instante y continuaste con tu vida y yo con la mía. Una vez pasado eso, tuve
la sensación de que me mirabas desde dentro del auto, me observabas, como
estudiándome, pensando, pensando en mí… aunque probablemente una vez más, mi
mente solo me esté jugando una mala pasada, burlándose de mí y de mi
ingenuidad, de mi renuencia a aceptar que tú y yo no existe ni nunca existió ni
nunca existirá, y esos son los hechos.
Dos B.
El otro día te
vi, estabas entrando a un auto rojo, solo digo el color porque difícilmente
podría decirte algo más del auto, porque mi conocimientos en automóviles es
casi o completamente nulo. Pero eso no importa, no contigo, no conmigo, porque
debemos recordar que yo soy la chica obsesionada y loca por ti, y tú eres el
chico que se siente acosado y cansado de dicha chica, o mejor dicho, tu eres el
chico indiferente que un día dijo justo después de romperme el corazón; “diría
lo siento, pero no lo hare porque esto pasa todo el tiempo con muchas personas
y bueno todos vivimos con eso.”, tal vez no eran las palabras exactas pero básicamente
es lo que expresaste. No importa que no sepa nada de automóviles, y que solo
sepa que subiste a un auto rojo, porque de todas maneras y sin importar el
modelo de auto que vea, cada vez que vea un auto rojo pensaré en ti, en ese
día, en ese auto, en ese día que tu subiste a ese auto…ahora veo autos rojos
por doquier, es como si se hubieran multiplicado y me pregunto constantemente
“¿cuál es mi problema?, quiero decir ese auto rojo no se parece en nada al auto
en que él subió ese día”, pero aun así miro el auto y pienso en ti. Y hay
tantos autos rojos en la ciudad…
Un desahogo, eso
fui desde el principio, pero no te culpo. Lo sabía. Solo esperaba que
eventualmente, casi mágicamente pudiera ser algo más en tu vida, pero ya vez, fui…
solo eso.
PS: ...